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CONCEPCIÓN GONZÁLEZ |
Un vecino de El Pozón denuncia que la eliminación de barreras que solicitó para su madre, impedida en silla de ruedas, llega cuando ella ya ha muerto
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Concepción González, en silla de ruedas, por una acera llena de baches. |
«La prubitina murió en abril... y ahora se ponen a arreglar el bordillo». A Enrique Fernández la emoción le embarga cuando habla de su madre, usuaria de una silla de ruedas en los últimos años de su vida, y de cómo la mujer, que falleció con cien años, no vivió para ver la eliminación de barreras arquitectónicas que él tantas veces solicitó en El Pozón para mejorar su calidad de vida. Su único consuelo es, al menos, otros podrán beneficiarse de las mejoras. «Mi madre tenía los huesos de cristal, cada vez que pillaba un bache le dolía todo», asegura este vecino de Avilés, para quien la respuesta del Ayuntamiento a sus peticiones llega con una vida de retraso.
Hace dos años que Enrique Fernández y su madre, Concepción González, «Concha», se trasladaron a vivir a la calle Santa Rita, en El Pozón. Acostumbrados a residir en Oviedo, Fernández pronto descubrió que las barreras arquitectónicas eran una amenaza para su movilidad. Por eso en octubre de 2011, viendo que se estaba realizando un arreglo de la acera, acudió al Ayuntamiento a pedir la rebaja de los bordillos y así poder cruzar la calle Santa Apolonia. Al no obtener respuesta, realizó por registro varias peticiones de mejora, apoyadas en fotografías: la mencionada rebaja de los bordillos en la esquina con Padre Arintero, y la señalización de las paradas de autobús, que en muchos casos quedan invadidas por coches o contenedores. «Es imposible acceder para una persona en silla de ruedas, la situación es propia de siglos pasados», afirmó.
Estas barreras arquitectónicas hacían que Enrique Fernández tuviera que empujar la silla de ruedas de su madre hasta La Luz cuando tenían que acudir al centro de salud, en lugar de utilizar el transporte público. Y en enero de 2012 metió por registro una nueva queja: «En el Camino de La Luz las aceras son del tercer mundo, no hay silla de ruedas que pueda pasar por ahí. La acera de la derecha es demasiado estrecha cuando hay que girar la silla para pasar por el paso de peatones, y los bordillos son demasiado altos. Yo no sé si esta ciudad tiene personas que la gobiernan para todos los ciudadanos o sólo para unos cuantos y excluyen a los discapacitados».
La intención de Fernández, de no salir adelante sus reclamaciones, era acudir a los tribunales, pero el fallecimiento de su madre en abril dejó esa idea en vía muerta. «Y ahora empezaron a arreglar el bordillo, ahora que ya no está mi madre... Aunque me alegro de que lo puedan usar otras personas», asegura. Él confía en que también se tengan en cuenta el resto de reclamaciones, especialmente la de la parada de autobuses, ya que considera que la situación actual es peligrosa para los usuarios.
Sus últimas palabras son de reproche para el Ayuntamiento: «No pueden dejar las cosas abandonadas, hay mucha gente en silla de ruedas. Aunque mi madre ya no lo puede disfrutar, hay otros que lo necesitan».
http://www.lne.es/aviles/2012/09/17/soluciones-llegan-vida-retraso/1298953.html
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